“Confesión Positiva”
“Lo que dices, recibes”. “Tus palabras están llenas de poder”. “Confiesa positivamente lo que deseas y Dios lo hará”. Son frases que podemos escuchar en muchos ministerios actuales. También en la Nueva Era. Esta filosofía predica el “acéptate y sé feliz”. Y todo aquello que no trae armonía a la vida, hay que desconocerlo y repetirse que todo está bien, hasta que al fin uno crea que ya está bien.
Hoy se predica el concepto visualización más que la fe. Dicen que uno debe creerlo, visualizarlo, y el poder para que se concrete está en las palabras que confesamos. Nótese que no está en Dios, sino en las palabras.
La Confesión Positiva usa como mecanismo la visualización mental de lo que se anhela o desea, es decir la creación mental de un ideal para que se materialice de forma sobrenatural. Aquí es donde se fuerza la fe, como una chispa que enciende la explosión, para que haya “convicción de lo que no se ve”, es decir, lo que era sólo un pensamiento se haga una realidad materializada.
La enseñanza de la confesión positiva ha sido desprendida de una definición en ingles de la palabra confesar: "Reconocer o poseer; reconocer con fe". De aquí que es la afirmación de algo que se cree, una declaración de algo conocido, y el testimonio de una verdad que ha sido acogida o aceptada. Lo que una persona tenga en su mente, el deseo, para que se “materialice” debe publicarlo, hablar la palabra, repetirla con fe.
¿Qué clase de palabra es la que debemos confesar? Para los predicadores de esta teología es una palabra de Dios, que puede ser escrita o tan solo que se haya sentido que era de Dios. Por ejemplo, estaba orando y de repente sentí que Dios me iba a dar una Ferrari, porque ví algo rojo y un caballito amarillo. Sentí que eso iba a ser mío. En base a esa palabra creo que Dios me habló y empiezo a confesarlo.
Hay que hacer una diferencia entre proclamar las promesas de Dios para nosotros, y repetir las palabras que provienen de mis propios deseos.
En Corintios dice “Creí por lo cual hablé”. La respuesta viene después de hablar lo que creí. Pero observe que primero está el creer y luego el hablar. También es importante saber en qué creer, cuál es mi base de fe. No es creer lo que uno quiere. La base de lo que uno está creyendo es lo que está en discusión. No es lo mismo creer a lo que Dios dice en su Palabra que creer a mis propios deseos autojustificándome que son de Dios. ¿Cómo estoy seguro?
“Todo lo que pidieres creyendo lo recibiréis”. No es “lo que dices, recibes”, sino en que “Si mis palabras permanecen en vosotros... pedís y recibiréis”. Si las palabras del Señor están en nosotros, entonces tendremos otros deseos, si tenemos los deseos de Dios, ¿cómo no se van a cumplir si son los suyos?
Para ellos, la confesión se divide en positiva y negativa:
Confesión negativa: Reconocimiento del pecado, enfermedad, pobreza u otras situaciones no deseadas. Confesión positiva: Reconocer o poseer las situaciones deseadas.
El ser humano siempre quiere las cosas positivas, nadie quiere sufrir de gusto. Por eso es que hacemos lo posible para tratar de evitar el sufrimiento. Si hay que confesar positivamente, pues eso haré. Y si no hay que confesar la realidad, aunque me mienta a mí mismo, también lo haré. ¿“No estoy enfermo, no estoy enfermo” es la manera en que produce fe para que al fin sea sanado? Y si alguien se sana por este método no se está atribuyendo la sanidad a Dios sino a la confesión.
Hace poco tiempo ofrecí el servicio de entierro a una persona que le dijeron que debía confesar que estaba sana. Nunca volvió al médico para comprobar si ya estaba sana de su diabetes…
Si tenemos fe para sanidad, entonces debemos constatar que realmente estamos sanos.
Jesús mandó a los diez leprosos que fueran al sacerdote para comprobar su sanidad de la lepra, aun cuando ya eran visiblemente sanados. Cuánto más debemos hacerlo en aquellas enfermedades que no son visibles. No es sólo por mi convicción personal que seré sano. También en la Biblia había muchas personas que no fueron sanadas. Fue propósito de Dios, como por ejemplo, Pablo y su aguijón. También dice que tenía una enfermedad de la vista según Gálatas. Él mismo dice en Corintios “¿Y quién enferma y yo no enfermo? Y Timoteo estaba enfermo del estómago, y Tito estuvo a punto de morir por una enfermedad. Creemos en la sanidad, sujeta a Su voluntad.
Dicen que no hay que confesar derrota. ¿Qué significa? Por supuesto que somos victoriosos en Cristo y debemos vivir como tales. Pero muchos aluden que confesar la realidad tal como está es confesar derrota. Pero eso no es lo que dice la Biblia. “Estoy enfermo, pero el Señor me sana” es una persona realista que no se autoengaña, porque deposita su fe en Cristo, confía en su soberana voluntad, y ora creyendo que Él es su sanador.
Conocí a un pastor argentino que predicó toda su vida diciendo que el que se enferma está en pecado, porque los verdaderos creyentes no se enferman. Somos testigos de que muchas veces Dios lo sanó, pero murió enfermo.
La confesión positiva es una cuestión subjetiva, es lo que yo estoy pensando. La confesión positiva dicen al revés: “Hablé por lo cual creí”. Al hablar y repetir el buen deseo, al fin se hará fe en mí y recibiré lo que estoy pidiendo.
“Desde este punto de vista, el creyente que evite el reconocimiento de lo negativo y siga afirmando lo positivo se asegura que las circunstancias serán agradables, podrá dominar la pobreza y enfermedad (se enferma solamente si confiesa que está enfermo)”, dicen.
Proclaman que “la palabra hablada, si se repite suficientemente, con el tiempo resultará en fe y obtendrán la bendición deseada”. La confesión positiva dice que “por el sólo hecho de proclamar con la palabra el deseo del corazón, Dios actúa y otorga tal pedido”.
La confesión positiva está ligada a la interpretación que se le da a la palabra FE. Ellos enseñan que la fe obliga la acción de Dios. “La fe mueve la mano de Dios”.
Esta teología sin el verdadero contexto de la fe, pueden llevar al creyente a la frustración. Hay personas que puede ser que hace 35 años que confiesan que se van a casar y siguen solteros. Y lo que deben hacer es orar, buscar, creer y actuar. No es confesar, sino hablar!
El gran peligro es que los creyentes que se frustran terminan creyendo que a ellos Dios no los ama como a los otros, y en consecuencia que son pecadores. Por eso, esta enseñanza produce un mecanismo humanista, creyendo que lo que yo estoy haciendo genera fe, y “por mi palabrerío seré oído”. No se centra en Dios, se centra en mí. Si obtengo el resultado, es por mi confesión, y si no lo obtengo, algo pasa en mí. Si declaro cosas negativas y las recibo, entonces es mi problema. Dios cada vez queda más alejado de nuestra realidad. Terminamos siendo deístas (“Dios creó y se alejó”).
La Biblia dice “someteos pues al Señor”, para saber cuál es su voluntad. La confesión positiva no considera esto, sino que por el hecho de ser cristianos, Dios tiene que obrar en esos deseos.
Considerar la voluntad de Dios es muy importante. Muchos murieron por causa de Cristo, ¿entonces fueron menos espirituales, o fue la voluntad de Dios?
Hay momentos que pasamos necesidad, y una necesidad no marca el nivel espiritual que tenemos. El apóstol Pablo la pasó, ¿por qué nosotros no las pasaríamos también? Pero hay predicadores que creen ser superiores a los grandes hombres de Dios del NT. Uno de ellos dijo que tenía una revelación que ni el apóstol Pablo la había recibido…! Nos falta humildad para ir a Su Palabra. Tenemos tanto que obedecer y cumplir todavía...
¿Cómo es que muchos de los que creen en esta teología reciben lo que piden? Hay algunas personas que están presentes en lugares donde se predica esta enseñanza, y al momento de orar lo hacen de una manera sana, sujetos a la voluntad de Dios, y Dios respalda esa fe sincera en su Palabra. Pero si Dios obra en ellos, no digamos que es por la confesión, sino por la fe y amor al Señor.
Otros reciben porque manipulan las situaciones para obtener lo que piden.
Hay gente millonaria, no porque Dios los haya prosperado, sino porque sus seguidores lo han hecho prósperos con sus donaciones. Otros son prosperados porque venden el evangelio. ¿Dios proveyó o hubo una manipulación?
Muchos prosperan porque venden sus libros, y los que los compran le han ayudado a prosperar. La Biblia dice “Harán ganancia de nosotros”, mercadería de vosotros.
Otros se enfocan en metas, con algo nivel de motivación, se esfuerzan tres veces más para lograrlo; trabajando más, descansando menos, y al fin, alcanzan el automóvil que se habían pegado en la heladera de su casa.
Hay contextos que se preparan para esta enseñanza, pero no todos los países tienen el status quo para que tenga relevancia. ¿Acaso Dios es más bondadoso con la gente del Norte que la del Sur que le da más carros y casas? ¿Dios es más bueno ahora que da más comodidades que a los pobres cristianos que morían aserrados o en las hogueras?
Los creyentes somos positivos pero no positivistas. Los creyentes proclamamos la Palabra de Dios con fe creyendo en el poder de Dios pero no confesamos positivamente entendiendo que es la forma en que Dios suple.
El tema de definir la fe es lo que trae conflicto. Si deseo algo bueno, pongo la fe en marcha y tendré la respuesta de lo que estoy deseando.
¿Cómo estoy seguro de que mis deseos son correctos a la hora de pedir con fe? Si están en la Palabra, si pedimos de acuerdo a la voluntad de Dios... Lo que debemos considerar es la base de lo que estamos deseando. Ese deseo tiene que venir de Dios. Dios me habla y trabaja en ese deseo para que sea de Él. El que dará la respuesta es Dios.
Si quitamos todo este proceso y decimos: Yo deseo como creyente, Dios me puso buenos deseos por ser cristiano (quiero vivir la buena vida, no sufrir más, no se torturado, tener buenas cosas materiales). Si necesito un carro nuevo, tengo un deseo que apareció en mí. El deseo de un carro puede ser bueno. Depende qué carro... Cuál es el que uno necesita, que funcione, que lo use para el Señor, y que lo pueda pagar.
Hay muchos creyentes endeudados porque creían que tenían fe, pero eran buenos deseos, Tal vez esos deseos no eran de Dios. No alcanza con decir tengo buenos deseos.
También debemos considerar la fuente de procedencia en las declaraciones que hacemos según “Dios me dijo” o “siento de Dios”. Podemos sentir de dos maneras. No es lo mismo sentir algo en el alma que en el espíritu. Cuando uno siente a través del alma es meramente sentimiento, emoción. La tristeza por saber la necesidad de una persona muchas veces me lleva a darle un buen deseo, pero no significa que sea una palabra de Dios. ¿Qué sucede si yo proclamo un buen deseo a una persona que está sufriendo las consecuencias de sus malas decisiones sin saberlo, y Dios quiere que aprenda de sus errores antes de hacer algo por él? Ahora, el Espíritu Santo trabaja en nuestro espíritu y si él nos habla, entonces es una convicción que viene del Espíritu. Entendemos que esto es una operación subjetiva, dentro de nosotros, y hay que darle el beneficio de la duda a todo aquel que nos escucha. Sólo nosotros y Dios sabemos si lo que testificamos es la verdad. Si tenemos una palabra de sabiduría, de ciencia o de fe, se manifiesta como un don que produce una convicción sobrenatural del Espíritu Santo. Muchos dicen “me dieron una palabra de Dios y no se cumplió”. Entonces no era de Dios. Dios nunca miente ni engaña. Si no se cumple, fue un buen sentimiento, pero no convicción espiritual. A través del uso del don uno entiende que Dios se mueve de esa manera. Dejémonos usar por Dios de esa manera también.
Cómo contrarrestar esta enseñanza:
1. Se debe considerar el mensaje entero de toda la Biblia.
No se pueden tomar versículos aislados de su contexto. “Un texto sin contexto es un pretexto”. Tratar de que la Biblia diga lo que uno desea. Si vamos a forzar a la Biblia vamos a encontrar doctrina para cada cosa que anhelemos. Pero hay que ver lo que dice la Biblia objetivamente y tener el deseo de cambiar.
Para poder establecer una doctrina, se debe considerar todo lo que dice la Biblia y no pasajes aislados. Hasta existen doctrinas de ovnis por una mala interpretación de Ezequiel 1. La imaginación vuela y el sistema dice que hay platos voladores, entonces vamos a encontrar algún versículo.
Si consideramos el mensaje de toda la Biblia vamos a encontrar pasajes que dicen que “el que no quiere trabajar, tampoco coma”. Entonces yo no puedo vivir a expensas de otros justificándome en una vida de fe si no quiero trabajar. Y trabajar me refiero tanto a trabajo secular como ministerial. Si quiero vivir una vida de prosperidad sin trabajar manipulando situaciones y personas para conseguir mis metas, entonces estoy yendo en contra del mensaje de toda la Biblia. Por más que yo confiese y repita que tengo dinero, pero no trabajo, ¿por qué Dios me tiene que proveer contradiciendo su Palabra?
“Cuando la enseñanza de la confesión positiva dice que confesar debilidades, enfermedad, tristeza, anguistias, etc., es impedir la sanidad, prosperidad, bendición de Dios”, contradice la armonía de la Biblia.
Tenemos varios ejemplos: El rey Josafat en 2 Crónicas 20. Los discípulos, en Lucas 9:12,13 y Juan 21:3-6. El apóstol Pablo en 2 Corintios 12:9,10.
Pablo dice una gran verdad: Son débil. Esto es aparentemente una confesión negativa, pero es una declaración de la realidad. La confesión positiva diría que no se puede confesar derrota, debilidades. Que debes enfocarte en las fortalezas, confesar que eres fuerte. Pero si no nos consideramos débiles estamos en un gran problema. Si no nos consideramos pecadores ¿quién nos va a salvar? Pero Pablo también decía “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece”. Él tenía una relación con el Señor. Estaba preparado para pasar necesidad. ¿Es esto negativo? ¿Era menos cristiano por decirlo? Ellos no se permiten de ningún modo lo negativo, porque piensan que van a recibir lo negativo, y así siempre serán débiles.
El mensaje de toda la Biblia dice, cree en el Señor, pero sé realista. Como dijo un pensador cristiano “Con la cabeza en el cielo, y los pies en la tierra”. Creyéndole desde la realidad. Así más se glorifica el Señor. Somos concientes y coherentes.
La fe está relacionada con la voluntad de Dios, no con la mía. Primero debo pensar cuál es su voluntad, cuál es su deseo, cuál es su deseo para mí, por qué a veces me frustro y no recibo. Porque son mis propiso deseos. “Ustedes piden y no reciben porque piden mal... según sus propios deleites”, dice Santiago.
Lo más importante comienza en el deseo. ¿Está de acuerdo con la voluntad de Dios? Necesitamos orar para que Dios nos hable, nos confirme. Si el deseo es de Dios, se va a cumplir. A veces pasamos horas orando, pero son improductivas porque solo pedimos por nuestros deseos egoístas. A veces oramos y ayunamos por necesidades, pero no le hemos dado a Dios un tiempo para preguntarle si El quiere hacer esto. A veces debemos invertir ese tiempo de oración en intercesión, acción de gracias, etc, saber cuál es su voluntad. Si fuera sólo por mis palabras, ¿qué parte tiene Dios? Él queda afuera.
Dios proveerá y suplirá lo que Él ha prometido. La realidad es que tal vez hoy no tenemos el dinero, pero si Dios nos habló, Él va a proveer.
Algunos piensan engañar a Satanás con su confesión positiva. Ellos dicen que ya que el diablo no conoce nuestros pensamientos, sí escucha nuestras palabras, Por lo tanto lo que para el diablo vale es lo que escucha de nosotros. Vale más la palabra que lo que uno piensa. Pero antes que Satanás está el Señor, que tiene el control de nuestra vida. Es cierto que Satanás no conoce nuestros pensamientos, pero influye en ellos. Depende de nosotros si las aceptamos o rechazamos. También es cierto que depende de cómo uno dice las cosas. ¿Cómo imaginamos a Pablo diciendo soy débil? No lo dice dándose lástima a sí mismo, ni en autoconmiseración. No, es una declaración ungida y poderosa: Soy débil, pero soy fuerte! Seguramente el diablo se aprovechará de un creyente que dice que no puede vencer porque es débil, que duda, que no cree. El diablo ya conoce nuestras debilidades, ya nos ha visto ceder ante tentaciones y muchas veces. Si todos los días por ejemplo miras pornografía, por más que no lo digas, el diablo lo sabe, si está ahí, al lado tuyo incitándote y gozándose por haber cedido a su tentación.
2. El significado de la palabra griega "confesar".
La palabra "homologeo", significa "hablar la misma cosa". Homo, lo mismo; logeo, decir. Decir la misma cosa. “Yo estoy confesando a Cristo”. Estoy diciendo lo que Dios dice de Cristo. Estoy diciendo lo mismo que dice Dios.
1 Jn. 1:9. Si confesamos nuestros pecados. Para la confesión positiva, confesar pecados es negativo. Pero si decimos lo mismo que dice Dios, lo que es pecado es pecado.
Mateo 10:32. Confiese delante de los hombres. Hablar de Cristo lo mismo que dice Dios y su Palabra de Cristo.
Romanos 10:9,10. Confesares con tu boca que Jesús es el Señor. Es para confesar que Él es el Señor. Él manda, yo obedezco. Son sus deseos y no los míos.
Es "decir lo mismo" que dice Dios, y no lo que dicen otros o mis propios deseos.
3. Considerar suficiente la voluntad de Dios
“Cuando la Confesión Positiva dice que una persona debe tener lo que diga, no está enfatizando adecuadamente la necesidad de considerar la voluntad de Dios”.
Daniel 3:17-18. Dios puede librarnos y nos librará. Y si no... Habían proclamado la posibilidad de librarlos, luego que los librará. Y en tercer lugar dice “Y si no”. Aparentemente es una confesión negativa: Si no nos librare. Hacen dos confesiones. Para muchos predicadores, ellos confesaron derrota al referirse a la posibilidad de que tal vez Dios no los libre. Estaban sujetos a su voluntad. Dios libró a los tres amigos que estaban en la voluntad de Dios o para ser librados o para ser consumidos.
Veamos el caso de Elías. Jezabel lo quería matar. Se escapó, vio una cueva y se escondió. Estaba deprimido, le dijo a Dios “Quítame la vida” no soy mejor que mis padres. Una confesión negativa. De todos los profetas, el único que dijo “me quiero morir” fue él. Y de todos los profetas, el único que no se murió, fue él. Llevado en carro de fuego al cielo!
David tenía la intención de construir el templo, pero no era la voluntad de Dios. 1 Cr. 17:4. David tenía un buen deseo. Él decía que tenía una casa de cedro, pero se daba cuenta que Dios habitaba sólo en una tienda de tela. ¿Por qué no construirle una casa a Dios? Hasta el profeta se equivoca diciéndole “Haz todo lo que está en tus fuerzas, porque Dios está contigo” ¡Qué buen deseo! ¡Tremenda expresión!... Pero equivocada en ese contexto. Dios tuvo que hablarle en la noche diciéndole que no era así: Anda al rey David y dile que no me va a construir casa. Qué contradicción. Tenía el buen deseo, pero no alcanzó. Dios quería que fuera su hijo quien construyera la casa. ¿Qué era más importante, mi gran y buen deseo, o la voluntad de Dios?
Pablo oraba para que Dios le quitara el agujón en la carne, pero descansó en la voluntad de Dios. 2 Co. 12:9. Bástate mi gracia. Este agujón ha tenido muchos comentarios. Viejos recuerdos, enfermedad de los ojos, familia. Que se lo quitara era un buen deseo, pero Dios no quería quitárselo. Por más que confesara, no iba a recibir ese pedido. Tenía que aprender a vivir en su gracia, su soberanía. Contento con un aguijón.
Santiago 4:3, dice que no recibimos porque pedimos mal, para nuestreos deleites (placer, diversión, deseo). Y sigue “Oh, almas adúlteras”. La mera confesión positiva apelando a los buenos deseos de un creyente termina produciendo adulterio espiritual: Hay una parte que parece bíblica con versículos incluidos, y hay otra parte que es totalmente humanista. Al mezclarse se hace un adulterio en el alma. A veces hacemos oraciones de ese tipo. Cuando por ejemplo estamos rodeados de vecinos con carros nuevos, decimos: Soy hijo de Dios y tengo que tener un carro nuevo. Pero, ¿por qué? ¿Por qué tenemos que tener un carro nuevo? ¿De dónde sacamos esa idea? Nosotros le decimos a Dios que tiene la obligación de darnos un carro nuevo porque soy su hijo. Eso es contradictorio con las Escrituras. Si tenemos un carro nuevo, gloria a Dios; pero no le pongamos a Dios la obligación de darnos un carro nuevo porque el sistema me dice que yo también tengo que tener el carro del año, y si no, no soy nadie, no pertenezco, soy de menor valor, me siento menospreciado, el más pobre y triste del barrio. Eso es tener una alma adúltera. Estoy pidiendo según el sistema del mundo. Si Dios me va a dar un carro, lo hará, pero no puedo obligarlo. ¿Quién influye en tus deseos? Satanás, el mundo, la carne... Dios va a proveer todo lo que falta, si creo en el Señor y su voluntad.
Muchas veces pedimos mal y recibimos, porque manipulamos y presionamos las cosas para lograrlo. Debemos tener cuidado con lo que nosotros decimos supuestamente que es fe.
Jesús en Getsemaní dijo: "no se haga mi voluntad sino la tuya". Lc. 22:42.
La confesión positiva dice que no al sufrimiento. Claro, ¡quién quiere sufrir! Entonces la Confesión Positiva dice “no proclames sufrimiento, proclama libertad, bendición, y lo que sea bueno para ti”. Pero para Cristo lo más impornate era hacer la voluntad del Padre. Al decir “si es posible pasa de mí esta copa”, implica que como ser humano era preferible no sufrir. Pero hacer la voluntad de Dios es lo que debemos hacer.
Debemos buscar su voluntad para nuestra vida. También debemos saber que Dios tiene trato particulares con cada uno de sus hijos.
Si Dios le dio una Ferrari a un hermano, no te pongas envidioso por eso. No creas que tú también debes tener ese mismo carro. Pregúntale a Dios cuál es su voluntad para ti. Gloria a Dios por esa provisión. Pero debemos buscar el propósito de Dios para nuestra vida. El plan para mí es diferente que a otra persona. No puedo pedir por contagio, por modas religiosas, por celos y envidias. Viene por relación.
El Espíritu Santo intercede cuando no sabemos ni qué pedir. Ro. 8:26,27. A veces ni sabemos cómo pedir. Entonces ¿cómo podemos decir que todos nuestros deseos son buenos y que Dios debe concedernos todos nuestros deseos? Dios hace milagros, no hace magia. Algunos piensan que Dios tiene una varita mágica para conceder deseos. Dios tiene que trabajar primero en nuestra mente para hacer su voluntad.
Antes de hacer determinaciones, debemos considerar que Dios tiene la última palabra. Santiago 4:15. “Si Dios quiere” viviremos. No somos eternos, si el Señor no viene antes, vamos a vivir hasta el tiempo que Él quiera. El es soberano. Si Dios quiere viajaré. De paso, no te metas en un viaje en donde no está el Señor, pregúntale a Jonás. Si Dios quiere haré ese negocio.
4. La Biblia dice que debemos orar y pedir a Dios, y no que recibiremos sólo por "proclamar" una promesa.
Por supuesto que vamos a repetir sus promesas, las vamos a meditar día y noche, la vamos a hacer parte de nuestro día. Pero no pensemos que el hecho de hablar la palabra de la promesa es lo que traerá el resultado. No es por repetir un versículo que Dios otorga una oración. Es por fe, y cómo camine y actúe en fe en base a esas promesas. Si repito “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa”, pero nunca predico y mi testimonio es un desastre, si alguien se llega a convertir es por pura gracia, no por confesión positiva. Ejemplo: la constancia de la oración y evangelización. Nosotros oramos 35 años por nuestro abuelo Antonio y en su último año de vida recibió al Señor.
- Mateo 6:11. "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy". No es declarar positivamente sino pedir con fe a Dios, además de cumplir con mi responsabilidad en el trabajo.
- Santiago 1:5. Pedir sabiduría a Dios.
- Lucas 11:13: Dios da la promesa del Espíritu a los que la piden. Es buscar en oración, no confesar que ya lo tengo.
- Lucas 11:5-10. Pedid y se os dará.
No usar vanas repeticiones. Dios contesta una oración sincera no una vana repetición.
5. Debemos saber que podemos pasar sufrimientos en esta vida.
- La confesión positiva se equivoca en manifestar que vivimos confesando nuestros deseos, y sobre todo que nunca impliquen sufrimientos.
Hay situaciones que no le gustan a la carne, pero debemos pasar.
- Romanos 8:17: Al ser coherederos con Cristo, también padecemos juntamente con él.
- 2 Corintios 12:5-10. Pablo no negó las debilidades sino que se gloriaría con ellas.
- 2 Corintios 8:9. Cristo se hizo pobre.
- Mateo 8:20. Él no tenía donde recostar su cabeza. Pensar que algunos predicadores dicen que Jesús era rico. Con el oro, incienso y mirra que le trajeron los magos era riquísimo...
- Jesús mismo sabía que debía padecer sufrimiento. Mt. 16:21; 17:12; Lc. 22:15; 24:25,26,32.
- Pablo sabía que debía pasar por sufrimientos. Hch. 9:16; Col. 1:24.
- Hebreos habla de los héroes de la fe y los sufrimientos que pasaron. Hebreos 11:32-40.
¿Son acaso menos espirituales porque eran aserrados? Algunos en ayunos porque no tenían qué comer. ¿Eran pecadores? A veces no solo tenemos que sufrir, sino también perder la vida. ¿Esteban fue el más pecador, por eso lo apedrearon? Era un gran hombre de Dios, ¡el primer mártir!
6. Debemos reconocer la soberanía de Dios.
- “La confesión positiva parece poner al hombre como soberano y a Dios como sirviente, cuando debemos morir a nosotros mismos para ser usados por Dios”.
Parece que yo soy el Siervo y Dios el sirviente. Debemos pedir sujetos a Él.
- Debemos pedir en armonía con Dios. Juan 5:14,15. Sus palabras en nosotros.
- A veces debemos estar quietos. Sal. 46:10.
- Debemos buscar la voluntad de Dios siempre. Efesios 5:17. Entendidos en saber la voluntad de Dios. Es un desafío diario. Un salmista decía: “Enséñame a hacer tu voluntad”. Es una oración diaria. Él tiene los medios para hablarnos y hacer su voluntad.
7. Aplicar un examen práctico: La Palabra tiene una aplicación universal.
La Palabra debe aplicarse a todos los lugares del mundo. Si no, es extraña.
- “Los que predican la confesión positiva afirman cierto "elitismo espiritual" cuando dicen "nosotros creemos lo mismo que ustedes creen, la diferencia es que nosotros practicamos lo que creemos". Eso es separar, disgregar al cuerpo de Cristo.
- Un examen práctico de la validez bíblica de una doctrina es si tiene una aplicación universal. Por ejemplo, ¿tiene esta enseñanza significado también para los creyentes encarcelados por causa de Cristo y los gobiernos ateos (Misioneros en Afganistán o Cuba)? Es más fácil comprar un carro en USA que en latinoamérica. No puedo predicar esta enseñanza en Africa porque no se dan las condiciones... Dios vino a traer gozo, ¿a qué país? A todos.
- La palabra tiene que ser efectiva tanto para grandes ciudades como para suburbios, la selva como la ciudad, en otros países como en nuestra nación.
- Recordar que "Por sus frutos los conoceréis". Mateo 7:20.
8. Debemos tratar correctamente el uso de las palabras griegas logos y rhema.
- Muchos de los predicadores de la confesión positiva hacen una gran diferencia entre estas dos palabras: Logos como la palabra escrita, y Rhema la palabra hablada o palabra de fe. Para ellos, lo que se dice en fe es inspirado y toma el poder de Dios.
- Pero la distinción no es justificada por su uso en el griego del Nuevo Testamento. En el caso de la Septuaginta (La versión griega del Antiguo Testamento) las dos palabras se usan sinónimamente para traducir a la palabra hebrea "dabar". Por ejemplo, en Jeremías 1:1 y 2: Cuando este libro fue traducido al griego, se usaron las dos palabras, una traducida como logos y la otra como rhema, mismo uso y significado.
En el versículo 1 dabar se traduce como rhema
La del versículo 2, dabar se traduce como logos.
- También en el Nuevo Tesatamento rhema y logos se usan intercambiablemente.
Ejemplo: 1 Pedro 1:23,25. El v. 23 es la palabra logos la que permanece para siempre.
En el v. 25 es rhema la que permanece para siempre.
También en Efesios 5:26 los creyentes son limpios por rhema,
y en Juan 15:3, son limpios por el logos.
- Debemos recordar que tanto logos como rhema ambas son la palabra inspirada, eterna, dinámica y milagrosa; sea dicha o escrita no altera su carácter esencial.
- Cuidado también con hacer que la Palabra signifique lo que nosotros queremos que diga, sin dejar que signifique lo que ella quiere que entendamos.
Debo creer en el corazón más que confesión de palabras. No es lo mismo creer que confesar.
Dios nos enseña a ser equilibrados: No ser negativos y pesimistas, ni tampoco negar la realidad. En los salmos encontrarán a salmistas que expresan su negatividad, cómo se sienten, que necesitan restauración.
Hay una realidad: A veces nos sentimos o vivimos como débiles. Pero, ¿qué hacemos con eso? ¿Nos quedamos tirados, en depresión, con miedo; o somos conscientes de esto, pero confiamos en el Señor? Si de pronto Dios nos envía a predicar a un barrio peligroso, no podemos negar la realidad de que hay peligro, pero también que confiamos que Dios nos protegerá.
Pastor Pablo Giovanini